Contenidos
Ayer nos levantamos con ganas de cookies, pero… ¿Cómo es la cookie perfecta? Difícilmente podríamos responder a esta pregunta de forma objetiva, ya que cada uno tiene sus gustos. Así que mi hijo de 5 años y yo nos animamos a usar la ciencia para ver cómo influyen los diferentes ingredientes en sus características. Íbamos a investigar cómo utilizarlos para conseguir la textura, color o sabor que más nos apetezcan y así descubrir nuestra cookie perfecta.
Me pareció que esta investigación, además de ser una estupenda excusa para comer azúcar, sería ideal para que mi peque se diera cuenta de que a la hora de experimentar e investigar es necesario seguir unas pautas, a las que llamamos método científico. Este método nos permite descubrir cómo funciona casi cualquier cosa (con tiempo y paciencia) y, si hacemos las preguntas correctas, nos acercará a la comprensión de una naturaleza siempre sorprendente.
Hay un montón de recetas apetitosas de cookies en internet, en las que los ingredientes varían de unas a otras. Descubrimos que los elementos básicos de la masa en cualquiera de las recetas son: harina de trigo refinada, huevo, azúcar blanca, levadura, algún gasificante (levadura química) y mantequilla. Así que los seleccionamos como base de nuestra cookie de laboratorio.
Como buenos investigadores, al organizar todo el procedimiento partimos de una hipótesis: cambiar los ingredientes (sustituyéndolos o eliminándolos) o variar sus cantidades, nos dará como resultado una cookie diferente.
Al inicio creíamos que los ingredientes tenían algunas funciones básicas. Por ejemplo, la levadura química. Sabemos que está compuesta por bicarbonato sódico y un acidulante (ácido tartárico, en este caso). Es el elemento que permite generar gas (dióxido de carbono) dentro de la masa, haciendo que se infle y proporcionando la textura esponjosa. Pensando en esto, nos preguntamos….. ¿Qué pasaría si le añadimos un montón de levadura?¿Se inflará como un globo? 🙂 También nos parecía evidente que el azúcar serviría para hacer las cookies más dulces. Pensamos que la función de la harina, el huevo y la mantequilla sería formar la masa, simplemente. Así que había que ponerse manos a la ciencia y descubrir el pastel.
En primer lugar era necesario determinar las cantidades para hacer una sola cookie (de unos 3 cm de diámetro). Después iríamos variando estas cantidades para conseguir 16 cookies diferentes, que nos permitiesen entender que función tiene cada uno de los ingredientes en la receta.
Para una cookie:
Aunque no son medidas muy precisas, las cucharas fue lo mejor que pudimos encontrar en casa para medir. Eso sí, marcamos todas las cucharas para saber a qué ingrediente correspondía cada una. Organizamos la mesa para que todo estuviera a mano, limpio y ordenado. Así no nos confundiríamos a la hora de ir mezclando elementos. Sin duda tener todo ordenadito fue la parte más difícil para nosotros, pero teníamos tantas ganas de hacerlo bien, que lo conseguimos sin montar un lío en la cocina.
Para amasar una mezcla tan pequeñita se nos ocurrió usar un vaso y un palillo chino (o un lápiz). Al amasar con fuerza contra el vaso, imitando una amasadora, conseguimos una masa que se quedaba pegada al palillo y se despegaba de las paredes del vaso. Si al intentarlo vosotros os sale una masa poco consistente o demasiado seca, regulad la cantidad de harina, hasta que podáis moldearla con las manos sin pringaros, pero anotad esas cantidades iniciales para utilizarlas de receta base en el resto de cookies. Durante la experimentación se debe ir aumentando o disminuyendo la cantidad de los ingredientes de la receta base. En nuestro caso variamos la cantidad de uno de los componentes de las receta en cada cookie, de forma que preparamos una cookie sin harina, otra sin azúcar, otra con 3 veces más huevo, etc.
Es posible que en casa tengáis diferentes tipos de harina, de azúcar o mantequilla. Sin embargo, para poder seguir correctamente la investigación, es muy importante mantener el mismo tipo de ingrediente toda la investigación. Elegid un sólo tipo de harina, azúcar o mantequilla y utilizadlo en las 16 cookies, si no perderíamos la consistencia de la investigación.
Teniendo claras todas estas consideraciones nos dispusimos a preparar el papel de horno, donde depositaríamos las cookies de experimentación. Dibujamos una cuadrícula con lápiz (el grafito del lápiz no se ve afectado por la temperatura del horno), en la que anotamos cada uno de los ingredientes que pretendíamos variar en la receta.
Para investigar correctamente debemos elegir los ingredientes que vamos a variar y en qué cantidad. También tenemos que analizar qué otras condiciones permanecerán constantes, pueden ser ingredientes, recipientes, temperatura de preparación, tiempo de amasado, humedad del aire, temperatura del horno, tiempo de horneado… Hay que tener en cuenta que todo aquello que rodea a nuestro experimento debe permanecer invariable para todas las cookies, excepto el ingrediente que queremos modificar, así podremos observar cómo este afecta al resultado final. En nuestro caso fue relativamente fácil mantener este requisito, simplemente nos limitamos a hacer todas las cookies a la vez, con la masa preparada en la misma tanda. Quiero decir, que si intentamos comparar cookies preparadas en diferentes días, con diferentes hornos y por diferentes personas, será difícil asegurar que los cambios que observemos se deban a nuestra investigación, ya que alguno de estos factores externos podría influir más aún que el cambio de un ingrediente, como es nuestra intención.
Nos costó un poco acordar esta parte entre mi hijo y yo. No le quedaba claro por qué era necesario ser tan metódico, pero al igual que le pasó a él, al finalizar esta investigación os quedará muy claro… o eso espero.
Para nuestra investigación elegimos convertir en variables de investigación los siguientes ingredientes: harina, huevo, gasificante y azúcar. La mantequilla la dejamos igual para todas. Usamos cuatro cantidades para cada ingrediente de estudio: x0,x1,x2 y x3. Es decir, en una cookie no echamos ese ingrediente, en otra la cantidad de la receta, en otra el doble y en otra el triple. Después de preparar las diferentes masas para las 16 cookies, precalentamos el horno a 180º y las horneamos 10 minutos.
Los resultados fueron sorprendentes, descubrimos que una cookie sin harina se convierte en una riquísima teja, sin huevo en un mantecado, con doble huevo es un bizcocho y sin azúcar sale pan.
Hay una fila de cookies, la segunda en la imagen (Fila B), en la que no modificamos ningún ingrediente de la receta base. Esta fila será nuestro patrón para comparar con ella el resto de cookies (fila control). En este paso hay que tener cuidado, ya que si no añadimos las mismas cantidades de los ingredientes a las galletas de esta fila, nos saldrán cookies diferentes y no nos servirán para realizar la comparación. En nuestro caso, una de las cuatro nos salió diferente (habíamos echado más huevo de la cuenta al prepararla), pero las otras 3 salieron iguales. Esto nos permitió confirmar que siempre que cocinemos la cookie con los mismos ingredientes, temperatura, etc, nos saldrá igual.
En definitiva, a mí que me gustan mucho las perrunillas y mantecados, me encantaron las cookies con más proporción de harina y textura terrosa. A mi hijo, que es un fan del azúcar, le encantó la cookie crujiente de doble y triple de azúcar. Nuestra investigación permitió satisfacer nuestra gula y nuestra curiosidad al mismo tiempo…..¡Qué más se puede pedir!
Pero aún quedan muchas mas investigaciones posibles. ¿Qué ocurre si añadimos azúcar moreno?¿O harina sin gluten?¿Y si añadimos la mantequilla fundida o aceite?¿Y si lo cocinamos en el microondas? ¿Y si amasamos durante más tiempo o con otra técnica?¿Y si le añadimos colorantes?
¿Has encontrado tu galleta ideal? Nos gustaría que compartas tus investigaciones y recetas.
Comenta en nuestro blog o publica tus investigactiones con el hashtag #cienciadesdelacuna. Hagamos que la ciencia forme parte de nuestros juegos 🙂